sábado, 5 de julio de 2014

Leçois Maranhenses

Desde Parnaiba tome el camión de las 11:30 am por lo que llegue a Tutoia casi a las 3, el camión venía haciendo muchas paradas. Al llegar a Tutoia no pude tomar el otro transporte que me llevaría hasta Barrerinhas como era necesario para visitar los Lençóis temprano, por lo tanto me quede a dormir en Paulino Neves en la posada Oasis de los Leçois de la cual había tenido buena referencia.
 

Estaba completamente sólo con Nazareno y una señora que nunca supe quien era y pase un rato muy tranquilo hasta que empezó el partido de Brasil. Momento en el que apareció una señora que nunca supe si era madame Maze pero supuse, ya que cuando entro y me vio sentado, sin decirme nada se me acerco, me sonrió, me tomó la mano y me la froto cariñosamente, una sensación extraña pero muy familiar...
 

Desde esa tarde al caminar un poco hacia los pequeños Leçois y después de este encuentro sentí que las cosas fluían nuevamente en su curso a diferencia de la sensación que me había quedado de días anteriores. 
Dormí muy bien y al otro día después de un desayuno extraordinario donde casi me piden que me lleve la fruta sobrante, salí hacia Barrerinhas como estaba supuesto. Ahí me abordo luego luego un muchacho que venía en el transporte para ofrecerme el tour a los Leçois y la posibilidad de una posada, como había leído ya pero no lo creía, no había posibilidad de hacer el recorrido y después volver a Paulino Neves para adelantar camino por lo que me tuve que quedar en una posada que por dejarme llevar estaba cara con respecto a lo austero. Fui a almorzar a un self service, concepto que no había visto antes, un buffet donde escoges tu comida, te pesan el plato y pagas lo correspondiente a lo pesado. Me prepare para la travesía de la cual no estaba bien informado de como se llevaría acabo.
 

Casi me deja el transporte por una mala comunicación entre la agencia y la posada, al fin salí hacia los Leçois que me emocionaban sobremanera.
El viaje en 4x4 entre caminos de arena, dunas, algunas casas perdidas entre la vegetación y palmeras exóticas fue más emocionante de lo esperado ya que en nuestra camioneta iba un joven Brasileiro que ponía el ambiente gritando en cada curva y laguna que atravesamos. 


Al fin llegamos a la base de los Leçois donde empieza el parque nacional. 
El momento preciso en el que llegamos le daba un brillo especial a las dunas que se mostraban ante nuestros ojos, aquellas formaciones caprichosas dibujadas por el viento medían tal vez más de 100 metros, pero en realidad es muy difícil dilucidar sus dimensiones reales ya que las dunas tienen la carecteristica de volverse un poco adimensionales al ojo cuando no tienes otro punto de referencia.
 

Empezamos con lagoa esperanza en la cual no tarde nada en entrar al agua después de mirar atónito los increíbles colores verdes esmeralda y azul turquesa que le dan las algas y una especie de lirio que viven en el interior. Las lagunas de una dimensión considerable no alcanzan los 4 metros de profundidad, le vegetación que se encuentra dentro es muy particular y al estar dentro tienes la sensación de que vendrá un animal desconocido y te llevara bajo el agua.
 

Como nada de esto ocurre, los bañistas de todas las edades disfrutan del refrescante chapuzón después de caminar entre las dunas que parecerían hirvientes a cada paso pero en realidad la arena está fría ya que todo el tiempo se está removiendo de lugar con el viento. Avanzamos por dos lagunas más hasta llegar a la laguna Azul la cual en realidad es muy similar a todas las demás.
 

Al poder nadar otro rato en esta laguna el guía nos llamo para juntarnos todos los grupos en una de las dunas más altas y más próximas a donde habían quedado los vehículos para ver el atardecer el cual me apetecía más bien contemplarlo sólo donde pudiera tener un poco de silencio y sentir la maravilla de la duna transformandose a cada instante con el movimiento del viento. El sol fue bajando y los colores de amarillo a naranja se empezaron a notar y los rayos que se iban apagando se reflejaban sobre las lagunas dándoles un color tornasol único.
 

Fue una pena que antes de que terminara de bajar el sol los guías comenzaron a llamarnos para abordar los vehículos. El espectáculo era para disfrutarlo hasta el último rayo de luz de tal forma que se pudiese contemplar en su totalidad la gama de colores que prenden las dunas en montañas doradas y las lagunas en espejos de agua.
 

El regreso nostálgico, con una sensación de querer quedarse interminablemente se fue disolviendo mientras lo últimos tonos naranja intenso y morados se iban fundiendo en el cielo y se hacía presente el pensamiento de "ni modo el viaje debe continuar"...
 

Definitivamente uno de los lugares más memorables que existen...